
En 2005, en Alaska, un disparo dejó a un águila calva llamada 'Beauty' con el pico destrozado. Sin esa parte vital, no podía cazar ni alimentarse por sí misma, lo que prácticamente la condenaba.
Pero un grupo de biólogos, ingenieros e incluso un dentista se unieron para darle otra oportunidad. Usando tecnología de impresión 3D, diseñaron y fabricaron una prótesis hecha a la medida.
Cuando se la colocaron, Beauty volvió a poder tomar agua y desgarrar alimento, algo que llevaba años sin lograr.
No pudo regresar a la vida silvestre, pero vive bajo cuidado humano en un santuario de Idaho. Su caso recorrió el mundo, mostrando cómo la ciencia y la dedicación pueden cambiar por completo la historia de un animal.