Dentro de los primeros molosos, destacaba el Dogo de la península ibérica, que en algunos lugares de España se utilizaba para la caza y en otros para pelea con toros. Acompañó al rey Jaime I en sus conquistas, y así entro en las islas Beleares hacia el año 1230. Debido que en el siglo XVII Menorca y otros territorios los dominaba Gran Bretaña, los ingleses llevaron a dichas islas a sus perros de guarda y presa (Mastín Inglés y Bulldog Inglés), y se cruzaron con el Dogo de la península surgiendo esta raza.