En la isla de Man, ubicada en el mar de Irlanda, entre Inglaterra e Irlanda, surgió un fascinante gato Manx, es muy parecido al bebé gato siamés y cuando crece también conserva colores similares. A este gato se le reconoce de manera instantánea porque presenta una característica inconfundible: no tiene cola. Según la leyenda, antes del Diluvio Universal, este animal jugueteó afuera del Arca hasta el último momento. Cuando por fin subió a la embarcación del patriarca Noé, la puerta le atrapó la cola y se la cortó.
Una explicación más científica dice que, unos dos mil años antes de Cristo, esta raza fue llevada a la isla del Man por los comerciantes fenicios. Debido al aislamiento del lugar, no tenía contacto con otras razas; por lo tanto, el gen que lo dejó sin cola llamado dominante incompleto pasó a las siguientes generaciones y se fortaleció. Resulta muy difícil de manejar en situaciones generales, por lo que cruzar esta raza requiere mucho conocimiento. Por ejemplo, cuando ese gen dominante aparece dos veces, el feto muere. También pueden nacer gatos con media cola o con cola completa. Para que un Manx se considerado de raza pura no debe tener cola, sino un hueco al final de la columna vertebral.
