En el siglo XX, al decaer la cacería como medio de subsistencia y la llegada de tiendas gourmet, el setter irlandés se convirtió en perro de compañía. Felizmente conservo su aspecto: el de un atleta ágil y sensible. En conjunto su apariencia denota más brío y vehemencia que fuerza y músculo. Su pelo rojizo es corto y fino sobre la cabeza, la parte delantera de las extremidades es de longitud moderada, liso y carece de rizos u ondas. En la parte superior de las orejas presenta un mechón largo y sedoso.
El setter mide 60 centímetros de alto y pesa 25 kilos en promedio. Suele perseguir pájaros y otros animales que le salen al paso, así que cuidado cuando te acompañe a comprar quesos. Este perro requiere mucho espacio, no debes limitarlo a vivir en un departamento, ya que le crearías problemas a sus necesidades de soltar su energía, correr, saltar e imitar el esfuerzo.